Con la llegada de febrero, Granada sale de romería hacia el barrio del Sacromonte para celebrar la festividad de su patrón: San Cecilio. Un personaje a medias entre la realidad y la leyenda. Tras ser curado de ceguera por el propio Jesucristo, fue uno de los siete varones apostólicos que acompañaron a Santiago a la Península Ibérica. Aquí predicaron y fueron presuntamente martirizados por los romanos. Los supuestos restos óseos del santo varón aparecieron en unas cuevas del Sacromonte en el año 1590, junto a unos libros de plomo, conocidos como ‘Plúmbeos’. Contenían una especie de doctrina sincrética entre el cristianismo y el islamismo. San Cecilio está considerado como el primer obispo de la ciudad.
Más tarde se descubrió que todo había sido un intento de los moriscos por salvaguardar algunos de sus principios religioso. Pero en ese momento las supuestas catacumbas se entronizaron como lugar de peregrinación para los granadinos. Desde entonces suben cada año las llamadas ‘siete cuestas’ para honrar al patrón y festejar su día al aire libre. Se come la célebre ‘tortilla del Sacromonte’ y las típicas ‘salaíllas’ acompañadas con habas y bacalao, mientras las mozas casaderas cumplen el rito de tocar las piedras sagradas si quieren celebrar su boda ese mismo año. Por su parte, quienes saben y pueden -o sea, los coros y danzas- bailan en el exterior al son de ‘La reja’ y otros aires de la tierra.
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